Las redes sociales dieron forma a la nueva gramática.
Azuzaron al error en la escritura.
Normalizaron la mala ortografía.
Las puntuaciones, vaguedades.
Una crítica.
La equivocación es algo natural, excepto cuando somos conscientes.
Las aulas se jactan de formar profesionales.
Para algunas cosas, sí. Para otras, no.
La mala escritura crea brechas invisibles.
Fragmenta la sociedad.
La aletarga, condiciona y somete.
Para muchos, es solo el contexto.
Comunicar depende de ganas.
Apps de mensajería condicionan la forma.
Las reacciones son la nueva síntesis.
Se bloquea la capacidad para explayarse.
La inmediatez es el pretexto.
La verborrea no tiene límites.
Lástima o Lastima.
La formalidad del texto se pierde entre adulaciones.
La confianza rompe toda regla de puntuación.
Deslices escribales.
La escritura se resquebraja.
Se torna acéfala.
Contar historias a viva voz, imprescindible.
Convencer al público de una idea, imprescindible.
Recibir cátedra de cómo hablar en público, imprescindible.
Escribir bien puede esperar.
Irónico.
La IA, una solución.
¿Para qué escribir bien?
El declive.
El lenguaje se adapta a los contextos.
En digital, escribir mal es conectar mejor.
La regla gramatical no es absoluta.
Elitista.
¿Escribir bien es usar bien el lenguaje?
Una deformación.
El lenguaje: una forma de afirmación cultural, resistencia y pertenencia.
¿Implicancia generacional? Definitivamente.
¿Propongo una visión conservadora del lenguaje? Absolutamente.
¿Juzgo? Quizás.
La forma sacrifica la intención.
La expresividad emocional se antepone.
La inmediatez. Otra vez.
Escribir mal no es ignorancia. Dicen.
Una preocupación: escribir bien no parece necesario para comunicar.
La sintaxis, mellada.
La oralidad, relevante.
El emoji, el sticker y la exclamación (!!!), sin competencia.
¿Transformación o retroceso?
La escritura ya no vale.
La corrección es un automatismo.
El error, una firma humana.
Antes enseñaba. Hoy, estorba.
Una imperfección intolerable.
Ya no se escribe por goce.
Se escribe por urgencia. Por reflejo. Por impulso.
Si escribir es pensar, ¿qué están pensando quienes ya no escriben?