La palabra larga en tiempos breves

Se nos cuestiona, casi lapidariamente, la excesiva cantidad de palabras que se usan para expresar una idea. Se margina el intelecto. Se condiciona al escritor: cómo debe expresar sus ideas, cómo debe hacer uso de su retórica para compartir un poco de conocimiento. La inmediatez ha consumado el declive de la palabra. Sobre todo, la que se hace por medio de la escritura.

Los que escriben para enseñar algo han perdido una batalla. El tiempo, que contrario a cómo se manifiesta, avanzó lento y hoy es sepulturero de aquellos quienes daban más por más en sus textos. Hoy es más por menos. Menos líneas para explicar algo. De lo contrario, perdemos al lector. La retención ha virado y ya no se propone predisposición para escuchar y entender. Ahora, la predisposición debe venir por parte del escritor: escribir menos o, de lo contrario, ni siquiera aparecer.

Aún peor es connotar extenso con pereza. Sinonimizar volumen con charlatanería. Los lectores han caído en textos vagos, superfluos y falaces. Textos que dieron —dan— menos por más. Una oferta dominante. Una demanda cada vez menos exigente.

Una solución: cultivar la predisposición para escuchar y entender.

No solo el tiempo fue verdugo. Se empeñó la profesión a quien no tenía talento. Se volvió imperativo escribir para compartir y todos escribieron sobre lo mismo. Se aplauden las frases vacías y espaciadas. Juntas significan mucho. Mucho da pereza.

Menos es más como lento es a improductivo. La hiperconexión nos entorpece, nubla, ciega. Queremos entender en pocas palabras lo complejo de algo. Para saber la vida de alguien, nos sobra tiempo. Cantidad no asegura calidad. Se puede ser breve y, al mismo tiempo, redundante.

La dialéctica no contrapone cantidad vs. brevedad. Conversan y se aúnan en la ética. Escritor en su fondo y forma. Lector en su selección y procesamiento. Una síntesis no necesariamente empobrece. Géneros y contextos beben de una brevedad intrínsecamente valiosa. Pero pretender llevar esa brevedad a todo cuanto se quiera hablar es síntoma de declive.

Una generalización del texto simplificado es malinterpretación. Pérdida. Puerta abierta al engaño, manipulación. Menoscaba el diálogo y restringe la argumentación. La deteriora y la condiciona a una breve exposición, altamente endeble, sin consistencia.

La sobrecarga de información, el nuevo justificante. El formato de las redes sociales, la defensa argumentativa. Te actualizas o te quedas obsoleto. ¿Es la hiperproductividad una causal? Definitivamente. El antónimo de la hiperproductividad es la paciencia. Leer requiere serenidad. Comprender, tolerancia. El algoritmo apremia la superficialidad. Lo profundo requiere retención. Paradoja.

¿Hay apreciación por la profundidad de un texto? Lo que debería haber es criticidad al leer. El que escribe conoce a su público. El que lee, si este no tiene la exposición mediática mínimamente exigida por la sociedad, no.

Cultivar el gusto y la oportunidad a la contraargumentación. Una oportunidad.

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